Una de las tareas que tenemos que hacer los orientadores y orientadoras es el entrenamiento de las habilidades sociolaborales no solo cuando estamos desempeñando un trabajo, sino también durante el período en que estamos en búsqueda activa de empleo.

Y quizás debamos empezar por el principio: ¿Qué son las habilidades sociolaborales?. Son una derivada de las habilidades sociales, pero dentro de un entorno laboral. Si las habilidades sociales representan las capacidades básicas que nos permiten relacionarnos y vivir en sociedad, las habilidades laborales son las que nos permiten realizar nuestro trabajo de forma eficiente. De la unión de ambos tipos de habilidades surgen las competencias y destrezas que nos permiten trabajar no sólo de forma eficaz, sino dentro de un equipo, una empresa y la sociedad en la que vivimos.

El desarrollo y entrenamiento de este tipo de habilidades, no sólo nos ayudará en la búsqueda de empleo, sino que también serán necesarias durante nuestro desarrollo profesional y el mantenimiento de nuestro trabajo.

Desarrollemos este tema desde los orígenes, siguiendo a uno de los más grandes:

El antropólogo Marvin Harris decía que: «La cultura alude al cuerpo de tradiciones socialmente adquiridas que aparecen de forma rudimentaria entre los mamíferos, especialmente entre los primates. Cuando los antropólogos hablan de una cultura humana, normalmente se refieren al estilo de vida total, socialmente adquirido de un grupo de personas, que incluye los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y actuar».

Si extrapolamos esto al mundo del trabajo, estamos hablando de la capacidad de adaptarnos y trabajar tanto en equipo, dentro del centro de trabajo, como con el resto de personas implicadas en las relaciones laborales como clientes, proveedores, compañeros de otras sedes, etc. Aquí también incluiremos las habilidades que nos ayudan a resolver conflictos, ser asertivos, respetuosos, colaborativos, etc.

Son las habilidades sociales las que nos hacen aptos para vivir en sociedad y relacionarnos con los demás miembros de nuestra cultura, las que nos hacen saber desde, cuando tenemos que empatizar, a como iniciar una conversación, mantenerla y terminarla. Incluyen nuestra capacidad para, mostrar respeto a los demás o lograr ese mismo respeto para nosotros mismos por parte del resto de los individuos. Nos permiten mantener objetivos generales comunes como sociedad e intentar avanzar en nuestro desarrollo como cultura (en el sentido antropológico de la palabra).

Durante el proceso de búsqueda activa de empleo también tenemos que saber utilizar nuestras habilidades sociales, especialmente en un momento definitivo de este proceso, que es cuando estamos haciendo una entrevista de trabajo.

A un proceso de selección pueden inscribirse cientos de candidatos, pero a una primera entrevista sólo llegarán 5 o 6. A la entrevista final llegarán como mucho 3 candidatos en la mayoría de los casos. Por eso este es un momento decisivo, en el que tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos y, en la medida de lo posible, no fallar.

Para lograr este objetivo tenemos que entrenar nuestras habilidades sociolaborales y antes de centrarnos en cómo utilizar estas habilidades en una entrevista de trabajo, vamos a hablar de ellas a la hora de utilizarlas en otros contextos laborales y sociales como a la hora de hacer una presentación, exponer un tema, dar un discurso, etc.

Si sabemos cómo expresarnos en público, ya tendremos mucho ganado a la hora de hacer una entrevista, en la que, de una forma u otra estamos «vendiendo un producto» es decir, a nosotros mismos. Es demasiado frío decirlo así, pero si hablamos de «mercado laboral» (un concepto también terriblemente deshumanizado) todos somos piezas de un engranaje en el que se va a buscar la eficiencia y los resultados. Así que antes de empezar a «vendernos» en el contexto de una entrevista de trabajo, veamos cómo haríamos una presentación y lo que tendríamos que tener en cuenta.

¿Cómo expresar un discurso a través de la expresión oral y la comunicación no verbal?

Vamos a desarrollar a continuación cada una de estas áreas:

DISCURSO

Es fundamental partir de un buen contenido, aunque seamos los mejores oradores del mundo, si tratamos de comunicar «sinsentidos» tarde o temprano alguien se dará cuenta de que solo estamos vendiendo humo o uno de esos terribles bulos que sirven incluso para ganar elecciones. Quiero pensar que al final los oyentes acabarán descubriendo la vacuidad o las mentiras de nuestra exposición si esta no se ajusta a la realidad, al conocimiento del tema tratado y está basado en datos e investigaciones veraces.

Puede haber muchos tipos de discursos, pero aquí nos vamos a centrar en las presentaciones, ya que son las que guardan un mayor parecido con lo que tendremos que hacer cuando nos enfrentemos a una entrevista abierta:

Una buena exposición tanto en entornos laborales como en los personales, tiene que tratar sobre un asunto que conocemos, hablar por hablar de cualquier cosa, puede tener su momento, en conversaciones circunstanciales y en círculos íntimos o familiares, pero si queremos comunicar algo a los demás tiene que ser desde la verdad y el conocimiento. Si esto lo extrapolamos a una presentación, tenemos que haber trabajado el asunto sobre el que trata, si lo llevamos a una entrevista, tenemos que saber vender tanto nuestro historial laboral y conocimientos, como nuestras soft skills, o habilidades blandas, es decir, las competencias o aptitudes que tenemos cada una de las personas para reaccionar a nuestro entorno y que no dependen de conocimientos técnicos, sino de nuestra propia personalidad y educación.

ORATORIA

Una vez que tenemos un discurso bien fundamentado, claro y verídico, tenemos que acompañarlo con una buena oratoria. Y ¿qué es la oratoria?, es el arte de hablar en público, haciéndolo a la velocidad adecuada, modulando la voz, haciendo pausas cuando corresponde y estando siempre pendientes de las reacciones de los oyentes para, si es necesario, realizar cambios en nuestra forma de exponer para lograr mantener su atención.

Esto es más fácil de decir o escribir, que de hacer, pero a la hora de hablar en público tenemos que relajarnos, y por qué no, intentar divertirnos. Si estamos hablando de un asunto que conocemos y si podemos transmitirlo con entusiasmo y pasión (en una entrevista laboral, sin llevarlo al exceso) esa sensación se trasmitirá a los oyentes y será un éxito.

Si estamos haciendo una exposición, tenemos que incluir a nuestra audiencia, para mantener su atención a lo largo de toda la presentación. Podemos utilizar frases como:

  • Es una buena pregunta.
  • ¿Tú que opinas?
  • Excelente aportación
  • Y sobre todo, realizar la escucha activa, es decir, que nuestro lenguaje no verbal indique claramente que estamos atendiendo a las preguntas y aportaciones de los demás.

Si estamos en una entrevista, tendremos que:

Asegurarnos de que estamos entendiendo todo lo que nos preguntan. Si no es así podemos pedir que nos confirmen lo que quieren saber de nosotros en ese momento. Eso es mejor que estar, quizás, respondiendo a otra cosa (esto puede pasar, sobre todo, cuando las entrevistas no son en nuestro idioma nativo).

Pensar lo que respondemos, si necesitamos algunos segundos para responder, podemos recurrir a repetir la pregunta o parte de ella, por ejemplo:

  • ¿Cuál consideras que es tu mayor logro laboral en esta empresa?
  • Me preguntas por mi mayor logro, te diría que fue…..
  • Con ese segundo que conseguimos con esa repetición, casi sin darnos cuenta, nuestro cerebro ha tenido tiempo para encontrar la respuesta adecuada.

Inflexionemos la voz, marquemos con el tono las partes que queremos destacar. Hablar siempre con el mismo tono sólo lleva al oyente al aburrimiento y la desconexión.

COMUNICACIÓN NO VERBAL

Y por último, pero no menos importante, tenemos que hablar de la comunicación no verbal. Es la que se vale de gestos, el movimiento de nuestras manos, de nuestro cuerpo en general que tienen que ser coherentes tanto con nuestro discurso como con la forma de locutarlo. Con la comunicación no verbal estaremos expresando también, sentimientos y emociones.

Volvemos a basarnos en uno de los grandes:
Albert Mehrabian, profesor emérito de psicología en la Universidad de California, realizó un experimento en 1967 que le valió reconocimiento internacional. Mehrabian intentó cuantificar el grado de influencia de los distintos elementos que componen la comunicación: palabras, cuerpo y voz.

Los sorprendentes resultados de su estudio fueron los siguientes:

  • El 7% de nuestra comunicación consiste en las palabras que pronunciamos.
  • El 38% lo transmitimos como comportamiento verbal, es decir, voz.
  • El 55% de nuestra comunicación es el resultado de la comunicación no verbal, es decir de nuestros gestos, nuestras manos, nuestra posición, etc

Es decir, que un 93% de lo que comunicamos se baja en la forma que hablamos y en nuestra comunicación no verbal. Si, el discurso es importante, pero con estos porcentajes es fácil entender cómo podemos encontrar tantos «vendehumos» competentes en nuestra sociedad.

A continuación os adjunto unos videos a modo de introducción sobre la importancia de la comunicación no verbal. En posteriores entradas, nos centraremos especialmente en cómo utilizaremos la forma de comunicarnos a la hora de hacer una entrevista.

Espero que hayáis disfrutado de esta entrada. Si tenéis cualquier sugerencia o comentario, no dudéis en poneos en contacto conmigo.

Elena Sin H.